Sentada en este cafe en pleno corazon de Tribeca, me atrevi a confesar lo inconfesable: soy infiel. No recuerdo siquiera cuando empezo todo, solo se que fue amor a primera vista. Empezamos a vernos ocasionalmente, cada vez que yo podia escaparme y me ha llenado de felicidad cada segundo que lo he hecho; nunca le he prometido un amor estable y silentemente siempre me ha recibido con los brazos abiertos. NYC es mi ciudad amante, aquella que, por cierta razon inexplicable, reune todas las condiciones que necesito, pero por la que nunca me he decidido a cambiar mi estado de comodidad y seguridad de mi ciudad estable. Caminar por sus calles me reconforta, ver su gente, oir idiomas tan diferentes en el subway me da felicidad. No se si es un error comparar mezquinamente a mis dos amores...ni siquiera me pondre a pensar si es correcto...pero la verdad es que mi amante me da tantas cosas mas, que podria terminar matando esas ganas de agradecimiento que le tengo a mi Santo Domingo. Hoy cambio: el Body Shop por caminatas en Central Park, los carritos de chimis por los de pretzels, las pantallas de la 27 con Lincoln por las de Times Square, Apolo Taxi por los yellow cabs, Vetro's por Nobu, el pedir "derecho" por el metro, el verano doce meses por cuatro estaciones bien marcadas, el Yaque del Norte por el Hudson, las compras en Acropolis por Macy's... Aunque este orgasmo no me hace olvidar que en casa me esperan, no dejo de enamorarme cada vez mas de esta sensacion inexplicable. Recuerdo ahora cuando oi por primera vez a Leonel Fernandez pregonar que queria convertir a Santo Domingo en un Nueva York chiquito. Yo no necesito enamorarme de una version en miniatura, mejor me ahorro las molestias. No quiero cambiar mis orgamos de urbe por orgamos de verano, necesito sensaciones tan diferentes que desembocan en un fin comun. Hoy no cambio a Juan Luis Guerra, el sancocho y las playas color turquesa. Necesito estos dos buenos amantes con personalidades tan diferentes y mejor que uno no se entere del otro, si ello sucediera, ambos querrian imitar las cosas que me enamoraron del otro y terminarian en versiones mal duplicadas. Yo no quiero que Santo Domingo sea un Nueva York chiquito. Yo quiero que sea un Santo Domingo grande. Simple. En lo que eso ocurre, me mantengo caliente con mi Pumpkin Spice Coffee, sabiendo que mañaña, alegremente volvere a calentarme solo que esta vez con un cafecito de pilon. |
jueves, 8 de noviembre de 2007
Infidelidad Confesada
Publicado por El Divan en 18:45
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