Pasamos unas tres semanas sin vernos. Obligatoriamente tenemos que vernos a diario, asi que ese periodo de viaje me cayo increiblemente bien...me devolvio el oxigeno luego de haberme confesado en un estado de dificil respiracion.

Hoy se ha reincorporado a mi rutina, y lejos de sentirme feliz, siento una carga en mis hombros que pesa mucho mas que el cargo de conciencia de haberle permitido invadir mi espacio. Y es que, este periodo de desintoxicacion me permitio desprenderme, finalmente, de esta adiccion tan absurda.

El olor a su piel añejada en barrica de madera, que una vez hacia explotar mis entrañas , hoy no significo nada. Mas bien me recordo el fracaso eminente que habia augurado tiempo atras.

Y, finalmente, me logre convencer, que si verle no me da calma, seguridad y paz, es porque realmente no vale la pena regalarme mi aliento.