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miércoles, 19 de septiembre de 2007

EXTRAÑANDO



Dicen que extrañar es nuestra respuesta nostalgica ante una perdida -irreparable en muchos casos-
Pero haciendo un recuento no oficial luego de confesarme con mi vinito descorchado en casa, me di cuenta que extraño tantas cosas que yo aun no he perdido... pero que quizas se me hayan escapado..Extraño:

  • Las escapadas a la playa a las 7 am luego de una noche de fiesta
  • Las excusas inventadas para amanecer fuera de casa
  • La sangria blanca en Marocha
  • El ruido infernal de los motores en Jarabacoa
  • Acostarme en la panza de mami
  • Las sesiones maratonicas de tres horas de ejercicio en el Body Shop
  • El friito del primer beso
  • Los dias completos en la PUCMM
  • La musiquita de Praia
  • Recorrer 5th Avenue solo para ver las vitrinas
  • Bailar encima de aquel mueble rojo en Red Room
  • La Zona Colonial
  • Hablar por horas en el telefono
  • Los yaniqueques de Boca Chica
  • Los dias frios de diciembre en Jarabacoa
  • Mi uniforme del colegio
  • Los happy hour de Fridays
  • Los Wallabies de Outback
  • La terraza de Pepperoni
  • Los examenes finalesLeer tres libros paralelamente
  • Pelear con mi hermana por que me preste el carro
  • Poder acostarme a las 3 p.m.
  • La primera cita
  • Beberme 5 vodka tonics sin haber comido nada en el dia
  • Comerme un Yogen de ciruelas y cherries con galleta saladita
  • Los reclamos de papi por que no lo llame el domingo
  • Hablar sola

Estas cosas las extraño muchas veces....no se han ido, estan ahi..pero alejadas. Ironicamente esa nostalgia me pone alegre...he entendido que para saber ganar hay que aprender a perder...perder esas cositas de las cuales creiamos no nos podriamos desprender. Me esperanza el poder, en unos cuantos años, devolverme a mi misma todo ese tiempo y reecontrarme con todo lo que estaba guardado.

martes, 11 de septiembre de 2007

Me lo enseño una Coca Cola


Margaret –aquella amiga incondicional de infancia de mi hermana-, Victoria -mi hermana- y yo necesitábamos (empujadas por el hecho primario de no gastar dinero) tener un domingo de bajo perfil lejos de plazas caras y restaurantes esnobistas en la playa o la ciudad. Dándonos cuenta que mi nevera lucia tan desértica como me imagino aparenta una nevera en casa de una anoréxica, llegamos a la conclusión de pasar por Multicentro La Sirena a hacer las compras del súper y luego parar a comer algo asequible (la experiencia me ha enseñado, como buena mercadologa, a no mencionar la palabra barato)

Luego de recorrer los pasillos escogiendo nuestra comida para la semana, vino el dilema típico de tres amigas con hambre: Que vamos a comer?? En realidad la oferta no es muy amplia, mas teniendo en cuenta que no deseaba romper por séptimo día en esta semana la dieta: Pollo Victorina (ni lo pienses!), Pizzarelli (not in italian mood today..)…que tal si comemos un hot dog??. No les tengo que decir que la decisión fue unánime.
Sin pensarlo dos veces nos sentamos, hot dog en la mano derecha, cada una con una Coca Cola, compañera fiel de toda comida rápida (malditos yankees estos, todo lo que se inventan es bueno y hace daño).

El caso es, que mi historia no se basa en como tres chicas se comen un hot dog en medio de un murmullo y calor extremos sino de cómo nos hemos olvidado de compartir: cada una abre su botella 20 onzas para llenar el vaso propio, sin tener en cuenta quizás era preferible compartir una sola, porque de todas formas el resto se iba a perder.
Una vez terminado nuestro almuerzo, se acerca uno de esos niños, que viven de la horrible manía de pedir, poniendo cara de mártires que le rompe el corazón a cualquiera y nos dice: Denme esas sobras….como tengo el defecto/virtud de ser practica, procedí a llenar una sola botella con los restos de la otra, dándome cuenta de que el resultado era una botella llena hasta el cuello –literalmente- de la preciada bebida.

Extremista al fin –recuerden que soy Capricornio, veo el mundo de otro tamaño- me sentí tan culpable de actuar siempre de una manera automáticamente egoísta, de ser parte de una maldita cultura basada en el Yoismo, que ni siquiera me detuve a preguntar si preferían compartir una mísera Coca Cola, en vez de cada quien ensimismarse en la suya…

Estamos tan enfrascados es nuestra persona, que se nos ha olvidado de ofrecer cosas tan pequeñas pero tan significativas de ese amor que muchas veces imploramos pero no demostramos. No se trata de regalar en los días de cumpleaños, o traer obsequios luego de un viaje, comprometiendo quizás nuestro presupuesto y tiempo, ni siquiera es cuestión de abrazar, besar y repetir diez mil veces lo mucho que queremos a alguien…se trata de acciones del día a día, minuto a minuto, de pensar en conjunto antes de actuar individualmente. El día que llegue a poner en practica esta nueva teoría, podré decir que he avanzado un paso.