CLICK HERE FOR THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES »

lunes, 12 de noviembre de 2007

AMNESIA SELECTIVA


“Tu dices que no, pero tu tienes vena de política...” me comento un amigo el otro día mientras nos poníamos al tanto de nuestras vidas en un almuerzo casual.
“No lo creo…” le contesto, aunque la verdad en este país todo el mundo se cree en la capacidad de poder andando opinando, hasta aquellos que creen que ser izquierdistas es sinónimo de ser zurdo, ser revolucionario es decir que no a todo y considerarse liberal es hacer lo que se le pegue en gana. En realidad prefiero que me tilden de diplomática, aquel arte de quedar bien ante todos sin importar que pase por debajo de la mesa, pero el caso es otro.
Desde que tengo uso de razón he oído una frase que es repetida por muchos preocupados por el bienestar de nuestra nación: “Quien no recuerda su historia, esta condenado a repetir su pasado”, palabras mas, palabras menos, pero esa es la idea. Y haciendo culto a ese pensar, se baso aquel anuncio de prensa en que un partido acusaba a su opositor de no haber recordado muchas cosas del pasado y terminando hundiendo el país. Mala actitud, según mi percepción.
Yo propongo una actitud diferente, un giro de 180 grados que nos puede cambiar el mundo. Propongo que tengamos una Amnesia Selectiva. Cada día me convenzo más de que en determinados momentos, para llegar a quienes queremos ser –si pensamos en grande- es necesario olvidar quienes fuimos. No me refiero a negar tajantemente de donde venimos o quienes fuimos, me refiero a no utilizarlo de excusa tratando de sustentar por que no hemos cumplido nuestras metas. Nunca veremos un diamante con una etiqueta que diga que fue grafito, aunque no sea un secreto y entendamos que debido a ese mismo proceso de transformación es que su valor aumenta.
Mientras unos se excusan viendo hacia atrás, otros tienen una vision sin ataduras al pasado que los frene. A eso me refiero con la Amnesia Selectiva. Simple. Cortante. Real. Politicamente muy diplomatica. Una filosofia muy parecida a mí.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Infidelidad Confesada
















Sentada en este cafe en pleno corazon de Tribeca, me atrevi a confesar lo inconfesable: soy infiel.


No recuerdo siquiera cuando empezo todo, solo se que fue amor a primera vista. Empezamos a vernos ocasionalmente, cada vez que yo podia escaparme y me ha llenado de felicidad cada segundo que lo he hecho; nunca le he prometido un amor estable y silentemente siempre me ha recibido con los brazos abiertos.


NYC es mi ciudad amante, aquella que, por cierta razon inexplicable, reune todas las condiciones que necesito, pero por la que nunca me he decidido a cambiar mi estado de comodidad y seguridad de mi ciudad estable. Caminar por sus calles me reconforta, ver su gente, oir idiomas tan diferentes en el subway me da felicidad. No se si es un error comparar mezquinamente a mis dos amores...ni siquiera me pondre a pensar si es correcto...pero la verdad es que mi amante me da tantas cosas mas, que podria terminar matando esas ganas de agradecimiento que le tengo a mi Santo Domingo.


Hoy cambio: el Body Shop por caminatas en Central Park, los carritos de chimis por los de pretzels, las pantallas de la 27 con Lincoln por las de Times Square, Apolo Taxi por los yellow cabs, Vetro's por Nobu, el pedir "derecho" por el metro, el verano doce meses por cuatro estaciones bien marcadas, el Yaque del Norte por el Hudson, las compras en Acropolis por Macy's...


Aunque este orgasmo no me hace olvidar que en casa me esperan, no dejo de enamorarme cada vez mas de esta sensacion inexplicable.


Recuerdo ahora cuando oi por primera vez a Leonel Fernandez pregonar que queria convertir a Santo Domingo en un Nueva York chiquito. Yo no necesito enamorarme de una version en miniatura, mejor me ahorro las molestias. No quiero cambiar mis orgamos de urbe por orgamos de verano, necesito sensaciones tan diferentes que desembocan en un fin comun.


Hoy no cambio a Juan Luis Guerra, el sancocho y las playas color turquesa. Necesito estos dos buenos amantes con personalidades tan diferentes y mejor que uno no se entere del otro, si ello sucediera, ambos querrian imitar las cosas que me enamoraron del otro y terminarian en versiones mal duplicadas. Yo no quiero que Santo Domingo sea un Nueva York chiquito. Yo quiero que sea un Santo Domingo grande. Simple.


En lo que eso ocurre, me mantengo caliente con mi Pumpkin Spice Coffee, sabiendo que mañaña, alegremente volvere a calentarme solo que esta vez con un cafecito de pilon.